Los Pincheira, el último bastión de España en las Américas.
Los hijos de Martín Pincheira, Santos, Pablo, José, Antonio, Rosario y Teresa pasaron, a los ojos de los independentistas chilenos, por una banda de cuatreros. No así a los del virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, a cuyas órdenes combatieron, encabezando las tropas indígenas y teniendo en jaque a las fuerzas regulares de O´Higgins durante decenios.
Nacidos en Chillán, hoy república de Chile, llegaron a alzar a sus órdenes a cerca de mil indígenas de a caballo, organizados militarmente, de una capacidad de combate ciertamente temible. Aliados con los indios pehuenches en 1822, especialmente con los caciques Neculmán, El Mulato, Canumilla y Martín Toriano, se asentaron a ambos lados de los Andes, llegando a fundar, en lo que hoy es la provincia argentina de Neuquén, una población de seis mil habitantes y un fortín, en el paso andino próximo a las lagunas de Epulafquen, sin perder sus principales asentamientos en Chile: los Maitenes, Roble Huacho y su principal refugio, la cueva de su natal Chillán.
En sus correrías alcanzaron a la Provincia de Mendoza y las de San Luis, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.
Incapaz de vencerles, el gobierno chileno comisionó en 1825 al capitán Barnechea para intentar convencerles de que se integraran al Ejército de Chile, además de ofrecer un tratado de paz a los pehuenches. Algunos caciques, reunidos en Cayanta, aceptaron la propuesta. Otros, como Manquel (del Reñi Leuvú), Lancamilla (de Malargüe) y el empecinado Neculmán, siguieron combatiendo sin desaliento junto los Pincheira.
Contra toda esperanza, en una guerrilla sin piedad que causa admiración y espanto, resistieron a las tres columnas que envió contra ellos el presidente chileno, en 1826, si bien obligaron a emigrar a cerca de tres mil civiles que se hallaban en el área pincheirista.
El término con que suele designarse en Argentina a las correrías indias es el malón. También llamaron malones a las aceifas que los Pincheira siguieron dirigiendo contra los más diversos y retirados lugares: San Luis, Córdoba, Santa Fe, Bahía Blanca, la Sierra de la Ventana, en Argentina, Colchagua, San Fernando y Talca, en Chile, obteniendo victorias como la de la batalla de los Toldos Viejos, en que una fuerza de setecientos indios, acaudillados por el cacique Malato y los fusileros de Godé, aplastaron a la fuerza del teniente coronel Andrés Morel.
Todavía en 1928, Pablo Pincheira se atrevió a atacar la Fortaleza Protectora Argentina, de Bahía Blanca, que defendían los patriotas Juan de Dios Montero y Venancio Coñoepán.
En 1829 José Antonio Pincheira se presentó ante el lejanísimo Fuerte de Carmen de Patagones con un centenar de blancos y otro centenar de indígenas, pidiendo parlamentar con el gobierno de Buenos Aires, pero el comandante Oyuela puso en prisión y ejecutó sin juicio a los parlamentarios enviados a tal fin.
Acaso se hizo imposible la lucha cuando en el mismo año Juan Manuel de Rosas suscribió un acuerdo con los caciques mapuches boroanos, que les sustrajo de la disciplina de los Pincheira, Al cabo, José Antonio Pincheira firmó el Tratado de San Juan (o de los Carrizos) con el gobernador de Mendoza, por medio del que, a cambio de la paz, debía recibir ropa, pertrechos, dinero y el grado de Coronel y cargo de “Comandante General de la Frontera del Sur”. Con visión realista, con mucha más pena que gloria, se arriaba el último pendón realista en las Américas. De ello, en la península ibérica, ni noticia se dio.
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