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La turuta del Titanic

José Cªbªnªs escribe sobre la entrevista a Maestú.

Tengo la impresión de que la entrevista a Ceferino L. Maestú no va a dejar indiferente a ningún falangista. Interesa a todos. Y de una forma especialísima a los antiguos militantes del F.E.S., en particular a los de la primera hora. Por lo que a mí respecta -y desde la irrelevancia  de mi  aportación a la historia de aquella “Falange cierta” que fue el “Tinglado”- tengo la necesidad urgente  de gritar  mi alegría y mi gratitud emocionada al escuchar  a Ceferino esa declaración definitiva, humildemente sincera, corroborada por  la expresión de su rostro , por el tono crecido de su voz y el acompañamiento confirmativo del movimiento de sus manos: “Siempre he sido falangista de José Antonio, y lo sigo siendo” (recogido de una forma tan fiel como libre). Quisiera en esta ocasión -si se me permite la insolencia- decir que tengo un sentido casi infalible para reconocer y distinguir a un falangista (La Falange modo de ser y de estar) de un falsario disfrazado de tal, como los falsos monjes del brillante escrito de Narciso Perales. Doy gracias a Dios por este regalo de la entrevista a Ceferino L. Maestú. Y lo digo en todo el sentido literal de la frase.

Recordábamos el pasado febrero las palabras de José Antonio en el entierro de Matías Montero, cuando nos daba la respuesta a la interrogante traidora del demonio de la confusión y de la duda: ¿Es verdadero esto nuestro?, ¿estaremos persiguiendo fantasmas?, ¿no será la nuestra una bella e irrecuperable causa perdida? Y concluía José Antonio con un no rotundo, definiendo, una vez más, el sentido real del falangismo, con la autoridad incuestionable del Fundador, del que la ofrenda de la vida de nuestro camarada caído era garantía perfecta. Como perfecta es la garantía de la declaración de fe falangista  -y de lealtad inteligente-  de Ceferino, al que no se si me hubiese atrevido a llamarle camarada antes de ver y escuchar sus declaraciones. Diré por qué.

Cuando llegué al “Tinglado” (Juventudes Falangistas – F.E.S.) sólo quedaba Sigfredo de aquel grupo de cuatro falangistas que habían decidido recuperar la Falange de José Antonio, frente a la gran mentira del Movimiento Nacional, que la mantenía  secuestrada y desnaturalizada (hacerle perder su naturaleza propia).  Eran cuatro personalidades  diferentes,  todos ellos valiosos. Fieles a su  particular interpretación del compromiso que les pedía su conciencia, siguieron itinerarios diferentes. “Cada caminante siga su camino” escribió Machado a las puertas de un edificio militar en Valencia. Y eso hicieron los cuatro impulsores de aquella idea común de la recuperación para todos nosotros  -y para los que han de venir-  de la Falange de José Antonio. La Providencia dispone a veces las cosas de manera que no se corresponden con la forma en que a nosotros nos hubiese parecido mejor. Pero Dios sabe más. Y es costumbre Suya escribir derecho con reglones torcidos. Luego vienen las grandes sorpresas, que no deberían serlo tanto. Una clara es esta del “descubrimiento” gozoso del Maestú que declara  haber sido sólo joseantoniano, falangista de José Antonio, no franquista ni cosa otra alguna. ¡José Antonio y la Falange: una, sola e indivisible cosa!

Voy a buscar en las publicaciones del viejo F.E.S – Juventudes Falangistas los escritos y declaraciones que coinciden con el mensaje doctrinal que expresa Maestú en sus declaraciones. Y cada uno siguiendo su propio camino.  Ceferino con sus trabajos y luchas en el mundo obreros, sirviendo a la causa del sindicalismo revolucionario, que él había descubierto como una de las bases  de la doctrina falangista. El FES en el mundo juvenil y universitario;  en la denuncia pública de la farsa  ideológica y política del Movimiento Nacional (en particular,  la ilegitima Jefatura Nacional de Francisco Franco);  en  la tarea de difusión ideológica y  proselitismo en todos los espacios de inquietud política; en el empeño por reunir a todos los falangistas dispersos (afiliados o no) en el que sería el gran y malogrado intento de unificación falangista, del que el F.E.S. fue primer impulsor y catalizador entusiasta. ¡Cómo me ha impresionado lo que Ceferino dice sobre la CIA y la Transición española! Tengo mi particular interpretación sobre la “voladura” culposa de aquel fallido proceso de unidad falangista, en el que hubo dinamiteros “ajenos” y “propios”. Todavía recuerdo aquellos “desconocidos” que de súbito aparecieron muy activos, cerca de Raimundo y de otros de los que estaban con nosotros en el grupo promotor de la unidad.  La Torre de Babel fue el resultado primero, que nos llevó a la diáspora como resultado final.

Prometo publicar (con la benevolencia de la dirección de Hispaniainfo)  los escritos y declaraciones de los antiguos del F.E.S. que muestran la  sintonía casi perfecta entre los planteamientos doctrinales nuestros y  los que ahora declara Ceferino L. Maestú. Aunque no teníamos canales de comunicación entre nosotros.  Creo que la “impronta fundacional” de Ceferino, junto a Sigfredo, en la creación del F.E.S., dejó su huella. Yo puedo confirmar esto, porque me pasé -con el resto de los camaradas que nos incorporamos a mediados de los sesenta-  más de una década expresando ideas -sobre todo acerca del Sindicalismo Revolucionario- que no habíamos leído en ninguna publicación de Ceferino, sencillamente porque no disponíamos de ellas. A Ceferino sólo le vi una vez, en el tranvía 61, en el trayecto que iba de Moncloa a Martínez Campos, donde tenía mi parada. Le reconocí por alguna fotografía que habría visto. Lo saludé con alegría.  El estuvo correcto, pero frío: le debió sorprender el asalto de un joven militante del Tinglado que él había co-fundado. Me quedó un cierto regusto amargo, que hoy se ha tornado en todo lo contrario. Se confirma la versión que recientemente me había recordado Sigfredo.

Fue Sigfredo  (como en el caso de Narciso Perales)  el que nos presentó la figura de Ceferino como digna de ser respetada por su valía intelectual y por su espíritu de entrega militante. Aunque el itinerario que nosotros habíamos elegido parecía distanciase cada vez más de los seguidos por ambos desde el encuentro primero, cuando se asumió el compromiso de luchar por LA RESURRECCION DE LA FALANGE DE JOSE ANTONIO, sólo de José Antonio, sin ninguna otra lealtad ni añadidos.  La Falange Cierta, a la que hoy nos ha devuelto  -en el plano de la doctrina joseantoniana confesa- el camarada Ceferino L. Maestú.

A veces, amigos, la vida nos regala estas dedadas de dulce miel.  Lo celebramos y lo agradecemos.

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